Dra. Gertrudis Payàs: “Las universidades deben facilitar la compatibilidad entre la vida personal y la investigación para lograr una ciencia más inclusiva”

Destacada académica reflexionó sobre equidad de género, historia y traducción en la investigación.

Gertrudis Payàs es traductora, investigadora y académica de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Católica de Temuco, labor que imparte desde el año 2008. Su trabajo cruza lenguas, culturas e historia, con una mirada crítica y profundamente humanista que ha dejado huella en la academia nacional e internacional.
En 2022, fue nombrada Profesora Titular de la Universidad, el mayor reconocimiento académico que otorga la institución a quienes han demostrado una trayectoria sobresaliente en docencia, investigación y vinculación con el medio. Este nombramiento reconoce no solo su aporte disciplinar, sino también su compromiso con el pensamiento intercultural y la formación ética de nuevas generaciones.

Recientemente tuve el agrado de poder conversar con ella. Una mujer de mirada amistosa y verbo exacto, que ha hecho del lenguaje no solo su herramienta, sino el instrumento que le ha permitido abrirse espacios en este mundo. Escucharla es entrar a un territorio donde las palabras son elegidas con el cuidado de quien traduce no solo idiomas, sino también épocas, culturas y silencios.

Trayectoria personal y vocación
Desde su egreso de la Licenciatura en Traducción de la Universidad de Ginebra a fines de los años 70, la Dra. Payàs trabajó como traductora e intérprete independiente por más de 20 años. En 2001, motivada por el creciente reconocimiento de la traducción como disciplina académica y su pasión por la historia, decidió emprender estudios de doctorado en Canadá, que culminó en 2005.
“La investigación histórica, que es la que yo practico, me viene del interés que he tenido siempre por la historia, y de haberme dado cuenta del vacío que por entonces existía respecto a las funciones sociales y culturales que traductores e intérpretes habían desempeñado. Si bien la traducción ha existido desde siempre como profesión, recién a partir de mediados del siglo XX comenzó a reconocerse como una disciplina que se pudiera enseñar a nivel universitario”.
Durante un tiempo —nos cuenta—, esta enseñanza se concentró en la formación de profesionales que fueran aptos para ejercer el oficio, para lo cual el dominio de las lenguas fue el eje del currículum universitario. Los estudios de posgrado, que fueron los que impulsaron la investigación traductológica, surgieron más adelante, y en un principio, solo en algunas universidades, en Europa y Canadá.

Ser mujer en áreas de investigación
A lo largo de su camino, destaca que el campo de la traducción ha sido mayoritariamente ejercido por mujeres, pues era un trabajo que, como se podía hacer en casa, permitía no dejar las tareas familiares. Cuando empezaron los congresos de traducción, se veían más mujeres que hombres, y las carreras las dirigían también mujeres, así que tuvo referentes femeninos en su formación. Sin embargo, los ambientes profesionales, en particular cuando se trata de concursos para puestos fijos, muestran otra cara de la moneda:
“He experimentado el clima adverso que obliga a calcular los movimientos que hay que hacer para obtener acceso a determinados derechos. Puede ser muy sutil y difícil de demostrar, pero efectivamente existen climas o culturas organizacionales que desalientan las carreras de las mujeres. No siempre los hombres son conscientes de ello. Tampoco las mismas mujeres”.
“El campo de la traducción era muy de mujeres. Lo que estaba masculinizado eran los puestos de trabajo fijo en aquellos años; me refiero a las plazas de traductor en instituciones. Es posible que todavía sea así. Ahora bien, hablando no como traductora sino como académica, en la gestión de la investigación y en los equipos de trabajo en los que he participado desde que estoy en la UCT, la mayoría de colegas son hombres, y en ese sentido mi experiencia puede parecerse a la de mis congéneres que trabajan en áreas masculinizadas, como son las de algunas ciencias y técnicas. No siempre es cómodo, aunque en mi caso, la edad y experiencia me favorecen”.

Desde su perspectiva, ¿cómo aporta una mirada con enfoque de género a la forma de investigar?
“En mi campo de estudio, he descubierto que si no hay más mujeres mencionadas en las fuentes históricas es por el sesgo anti-mujer de los que han escrito la historia. Solo aparecen mujeres cuando se trata de exponerlas como ‘cuerpo’ (o son madres de, o esposas de, o guapas o feas, viejas o jóvenes…). Recomponer sus biografías y su impacto en el acontecer histórico obliga a un trabajo de reinterpretación de fuentes, que nos dará mucho trabajo y por mucho tiempo.”

Impacto territorial
Su labor profesional, dice Gertrudis, aporta al reconocimiento vital de la lengua mapuche y al valor de cultivar el multilingüismo como un tejido intercultural.
“También creo que las investigaciones que he hecho contribuyen a ver la traducción y la interpretación no solo como operaciones técnicas, solo para comunicar entre gente que no se entiende, sino como actividades necesarias para la mediación intercultural.”

Desafíos institucionales para la equidad
Desde su perspectiva, para avanzar hacia una ciencia más inclusiva y equitativa, “las universidades deben facilitar que mujeres y hombres puedan compatibilizar sus distintos ámbitos de actuación, garantizar la igualdad salarial y vigilar que en las áreas más masculinizadas las mujeres no queden relegadas a roles inferiores”.
Aunque reconoce avances a nivel individual, señala que las instituciones no cambian al mismo ritmo, y que las culturas organizacionales aún mantienen un fuerte sello masculino. Por ello, insiste en que la lucha por la transformación continúa siendo necesaria.

Contar con académicas como Gertrudis Payàs dentro de la UCT es, sin duda, un privilegio que trasciende el ámbito académico. Su compromiso con la historia, el lenguaje y la equidad, así como su experiencia profunda y su mirada reflexiva, enriquecen el diálogo y la construcción de conocimiento en la institución. En tiempos en que la ciencia y la cultura requieren no solo rigor, sino también sensibilidad y apertura. Por eso, su mensaje a futuras generaciones es claro: “Que lean y que luchen”.